- Confía tus asuntos legales solamente a un abogado: Por alguna razón éste no es contador, ni escribano, ni procurador, ni despachante de aduana, ni policía.
- Consulta a un abogado antes de firmar y no después. También cuando se trata de relaciones jurídicas “más vale prevenir que curar”.
- No le ocultes a tu abogado detalles de los hechos, ni tus opiniones, pero no quieras suplantar su criterio.
- Tu abogado no es sabio ni omnisapiente: dale tiempo para estudiar tu caso.
- No le pidas a tu abogado que te asegure el éxito de tu causa: no lo puede hacer.
- Recuerda que en las cuestiones patrimoniales mejor mal arreglo que buen pleito.
- Recuerda que no se ganan los pleitos sólo porque tú creas tener razón ni se dejan de ganar por culpa de tu abogado.
- No dejes a tu abogado solo en la lucha por tus derechos. Preocúpate por tus asuntos discretamente: más vale que peques por cargoso que por negligente.
- No elijas a tu abogado por lo que cobre. Elígelo por la confianza que te inspira y los conocimientos que tiene.
- No especules con los honorarios de tu abogado. Paga lo justo, con dinero y no con promesas de otros asuntos.
Dr. Ignacio Winizki (Publicado en el N°9 de la revista del Colegio de Abogados de La Plata)